No puedo sostenerme en ti, pero sí en nosotrxs
Cuidar mis relaciones es cuidarme a mí. Mi red de afectos me acoge y sostiene, y me trae un profundo sentido vital, mis por qués y para qués.
Pero a veces, esa fuente de autoconocimiento, placer y cuidados se convierte en “zona en conflicto”.
¿Qué siento que esperas de mí?, ¿por qué no me estoy sintiendo cuidada?, pero, ¿cuándo te prometí cuidado incondicional?,…
Aparece tensión, incomodidad, tristeza, rabia, incomprensión, miedo,…
Lo cierto es que no podemos no relacionarnos, y que necesitamos de las demás para vernos, para crecer y aprender a vivir. Reconocerme como una persona pequeña y vulnerable, en proceso de transformación constante, es el primer paso. Por ello buscamos crear vínculos de confianza y seguridad, donde poder quitarme la máscara y mostrarme tal cual soy. Poder darme, entregarme y rendirme ante mi mismx.
Pero, ¡qué pegajosa es a veces mi coraza y cuánto cuesta acallar mi crítico interno!
¿Dónde está el límite entre poder expresar mis desacuerdos y enfados y no vomitarte en la cara?, ¿por qué a veces me siento profundamente sola cuando estoy en pareja?, ¿en qué momento mi gran aliada se convierte en mi peor enemiga?, ¿por qué aparecen personas que siempre me traen los mismos conflictos?, ¿por qué tiendo a habitar unos roles y no otros?
Nuestra socialización en la desconfianza y en la necesidad de defender constantemente mi identidad y mi “lugar en la vida”, genera dinámicas relacionales basadas en el miedo y el control, que a menudo se traducen en tensiones y conflictos, más o menos sutiles, más o menos desagradables.
Si todo iba bien… ¿qué ha pasado?, ¿qué ha fallado?, ¿que nos pasa?
Cada herida de vida se actualiza con esa mirada que mi cuerpo ha guardado en su memoria como opresiva, injusta, exigente o amenazadora. El cuerpo nos muestra, a través de su lenguaje, qué necesitamos atender y qué partes de mí necesitan hablar, para poder abrazar y sanar las heridas que mi historia personal (y familiar, y social, y ancestral…) ha dejado allí a la espera de tener la posibilidad de ser desbloqueadas, expresadas e integradas.
A veces me enfado contigo, pero mi enfado es desbordante, es más intenso de lo que creo que debería ser… exploto como un volcán frente a hechos que sé que “no son para tanto”.
Los desacuerdos o las tensiones no sólo nos afectan a un nivel consciente, sino que hay todo un mundo que no se ve que está siendo afectado y que se está movilizando al respecto.
Por eso, no podemos abordar los conflictos en una única dimensión. Podemos hablar, y hasta llegar a acuerdos, pero si no profundizamos en las heridas que están siendo actualizadas y no transitamos las emociones más enterradas, las palabras se quedarán en palabras y fácilmente entraremos en bucles en los que “el tema” de discusión es siempre el mismo. No es lo mismo poner normas que poner límites. Y lo cierto es que es más fácil poner un límite que sostenerlo en el tiempo.
Los cambios, para que sean sinceros y perdurables, deben realizarse en todas las dimensiones de nuestro ser. A nivel emocional-energético, requerimos cuerpos relajados, disponibles, abiertos, y eso sólo puede darse cuando siento confianza, cuando puedo rendirme a mi sombra y a mi vulnerabilidad, cuando me dejo sostener.
Es difícil sostenerme en otra persona, con sus vulnerabilidades, sus altibajos emocionales, sus inseguridades, sus miedos, sus bloqueos,… pero sí puedo sostenerme en el vínculo que tengo con ella. Nosotrxs es algo más que tú y yo, es el regazo en el que puedo descansar. Allí puedo verme en ti y verte en mí. Allí puedo permitirme bucear en mis profundidades más oscuras y acompañarte a hacer lo mismo. Allí, al fin comprendo, que no tengo que aprender a aceptarte, sino que sencillamente, necesito amarte.
Para pasar de ser la suma de las individualidades a ser un ente en sí mismo, necesitamos sentir que ya no tenemos que defender nuestro espacio personal, nuestro cuerpo-territorio. Cada quien necesita conectar con su centro, con su poder personal, con el lugar que ocupa en la vida. Si siento mi espacio, ya no tengo necesidad de ocupar el de otrxs ni permito que el mío sea invadido.
Es mi responsabilidad crear vínculos como si de una obra de arte se tratase, partiendo de lugares incómodos que me sacan de roles preestablecidos para no atraparme en guiones de vida que me llevan una y otra vez al mismo lugar. Ser creativa conmigo y con mis relaciones puede ser un camino inquietante e incierto, pero es la salida del laberinto relacional, el viaje que te lleva de vuelta a ti.
Caminar distinto te lleva a lugares distintos. Y es el viaje donde descubro. Me descubro y te descubro. Sin velos, sin palabras políticamente correctas, sin evitar el fuego transformador del conflicto.
Me muevo más libre, más conectada con el regalo de la incertidumbre, respirando mi presente y mi calma.
Y confías. Confías en ti. Comienzas dando y caminas directa hacia el oscuro abismo, donde habita tu luz y tu verdad.
Quiero invitarte a abordar nuestra forma de vincularnos en un espacio de intimidad cuidado. Sano yo, sanas tu. Sanamos juntxs y caminamos hacia el buentrato.
«TU y YO» es un espacio-taller mensual donde aprender a escuchar nuestros cuerpos y poner conciencia a nuestros miedos, bloqueos, inquietudes o deseos, personales y colectivos. Iremos poco a poco, respetando la diversidad de ritmos y de sentires, creando un lugar de afecto y amor.
Ven con tu amiga, amante, pareja, compañero, familiar,…
¡Empezamos el próximo 27 de noviembre!
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